jueves, 12 de febrero de 2009

La gran Nalbandian

Por Gonzalo Neidal


El tenista va a la red. El rival le tira un “globo”, que lo supera.

El tenista corre hacia la pelota desde atrás, la alcanza y la devuelve con su raqueta entre las piernas abiertas, de espalda a la red.

Es la “gran Willy”, golpe adjudicado al más grande tenista argentino de todos los tiempos: Guillermo Vilas.

David Nalbandián no podía ser menos en esto de inventar golpes.

Llegó a una estación de peaje y le dijo a la empleada que debía cobrarle: “soy Nalbandian, paga el de atrás”.

La chica le creyó, levantó la barrera y el tenista pasó sin pagar.

El que venía atrás no pagó. Ni conocía a Nalbandian, salvo por sus participaciones en las primeras rondas de algunos torneos de tenis.

Era una broma de Nalbandian. Una picardía argentina. O cordobesa. Una cargada.

Nalbandian se ahorró los centavos, la que tuvo que pagar el ticket fue la empleada del peaje.

Es más fácil hacerse el pícaro en una estación de peaje que ganar un Grand Slam.

Es más sencillo hacerle un pagadiós a una humilde empleada que ganar la Copa Davis con todo a favor.

No sabemos si lo ahorrado en el peaje será destinado por el tenista a una caja de ravioles para conservar la robustez abdominal que lo hace agitar en exceso cada vez que corre una pelota.

Ignoramos si se trató, en realidad, de un ahorro de tiempo en su raudo trajinar rumbo a un corso carnavalesco o hacia un rally.

Pensándolo mejor, podríamos decir que pese a su esfuerzo, Nalbandian no inventó nada.

Eso de que pague el de atrás, es algo que cada gobierno intenta siempre: que el que lo suceda se haga cargo de pagar las cuentas pendientes. En esto coinciden todos. O casi todos, algunos por insuficiencias, otros por incapacidad, otros en forma deliberada.

Pero todos ellos prefieren no pagar, para que pague el que llega después. Es casi una costumbre argentina.

Se trate de empleados públicos tomado por un gobierno y pagado por todos los que le siguen.

O jubilados pasivizados por una administración y pagada por las que vienen atrás.

O deudas contraídas por un gobierno y afrontada por los que vienen detrás.

Una gran picardía argentina, de la que somos también culpables los votantes, que jamás nos interesamos por estos detalles y echamos la culpa a quien está gobernado cuando estalla la bomba.

“Paga el que viene atrás” es, en realidad, la Gran Estrategia de la inmensa mayoría de los gobiernos argentinos, de cualquier nivel.

Lo de Nalbandian es casi una representación “in vitro”.

Podría haber dicho: “no me cobren, soy Nalbandian”. Pero Giordano muy probablemente le hubiera reclamado derechos de autor.

Ahora es David Nalbandian el que podrá reclamar cuando descubra que algún político gasta sin dinero, pasándole la deuda al que sigue.

Un nuevo invento argentino.

Como la birome, como la jeringa desechable, como el colectivo.

Un país verdaderamente creativo.

Y, como aseguraba Alberto Olmedo, generoso.

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