lunes, 29 de diciembre de 2008

La Guerra del Opio en China



China perdió esta guerra y, con ella la isla de Hong Kong. Debió abrir cinco puertos a los productos ingleses, con tarifas bajas o nulas, y tuvo que conceder extraterritorialidad a los comerciantes extranjeros, como si fueran diplomáticos.

Durante el siglo XVIII el consumo de opio se había extendido tanto en China que el gobierno tuvo que recurrir a la importación de opio para poder atender la demanda.

Las relaciones comerciales con el Reino Británico se iniciaron en 1699. A pesar encontrarse prohibido por las leyes chinas, el tráfico del opio fue perseguido y monopolizado por los ingleses desde 1799 hasta 1834.

La primera Guerra del Opio (1839-1842) tuvo lugar entre Gran Bretaña y China. En la segunda Guerra del Opio (1856-1860), Gran Bretaña y Francia se enfrentaron a China.

Los cálculos sobre el número de fumadores de opio en China en esa época oscilan entre 100 y 150 millones, de los que aproximadamente un 10% podían tener una fuerte adicción al opio.

Preocupados por el rápido crecimiento de este negocio ilegal, el gobierno se empeñó en la erradicación del comercio de drogas. Cuando los oficiales chinos capturaron y destruyeron grandes cantidades de opio, el gobierno británico envió tropas para respaldar las demandas de un tratado comercial o la cesión de una isla, para la protección de los ciudadanos ingleses. Este hecho desencadenó la "primera guerra del opio", el 3 de noviembre de 1839, con el ataque de la flota británica a la armada china en Hong Kong.

El 29 de agosto de 1842, se firmó la Paz de Nankíng entre China y Gran Bretaña que puso fin a la "guerra del opio", y por el que esta obtiene la cesión de Hong-Kong y la apertura al comercio inglés de cinco ciudades chinas. Victoria sufre otros dos atentados.

China perdió la guerra y, como consecuencia, la Gran Bretaña y otras potencias occidentales, incluido Estados Unidos, ocuparon por la fuerza las "concesiones" que les generó especiales privilegios comerciales. Hong Kong fue cedido a la Gran Bretaña en 1842, bajo el tratado de Nanking.

La Segunda Guerra del Opio, (1856 - 1860) China vs Inglaterra y Francia, después de que los chinos se negaron a ceder ante la presión británica de legalizar el opio y permitir el acceso a puertos en el interior. El Tratado de Tientsing, firmado en 1858, abrió 11 puertos más a los poderes occidentales y legalizó la importación del opio.

El 29 de agosto se firma la Paz de Nankín entre China y Gran Bretaña que pone fin a la "guerra del opio", y por el que esta obtiene la cesión de Hong-Kong y la apertura al comercio inglés de cinco ciudades chinas. Victoria sufre otros dos atentados.

Se calcula que en 1880 las importaciones chinas del opio pasaban de las 6.500 toneladas al año y la población adicta en más de 15 millones.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

La mentira indigenista



Los mapuches son solo originarios de la inventiva del Foreign Office Británico y del Pentágono de los EEUU, o sea que es un auténtico embuste.




Los araucanos, hoy denominados mapuches, llegaban desde Chile a la Argentina allá por 1830, cuando la Nación Argentina ya era independiente y soberana. Por lo tanto, fueron invasores.

El primer grupo de invasores lo constituyeron aproximadamente unos 100 indígenas capitaneados por Yanquetruz que se afincaron en Neuquén y desde allí se fueron extendiendo hacia el sur y el norte.

La mitad de los territorios históricamente nuestros estaban bajo el poder tiránico del malón araucano, cuyos frutos más notables eran el robo de ganado, de mujeres y la provocación de incendios.

Los araucanos cometieron un genocidio cuando aniquilaron a los Guenaken, también llamados Tehuelches, que eran lo auténticos aborígenes de la Patagonia norte.

En 1879 las tropas de Cafulcurá eran poderosas, lo prueba el hecho que ganaron las primeras batallas contra el Ejército Nacional.

Ambos bandos enfrentados contaban con fusiles Remington. Los araucanos los traían desde Chile, a quienes los ingleses se los vendían a cambio del ganado argentino robado en los malones.

Prueba de ello es que la columna del Ejército Nacional comandada por el Gral. Villegas tenía como objetivo clausurar y controlar los pasos andinos por donde les llegaban a los araucanos los Remington.

Los indígenas araucanos eran tradicionalmente muy guerreros. Recordemos que en los primeros tiempos de la conquista española asolaron varias importantes ciudades en Chile que los chilenos tardaron siglos en reconquistar.

Los araucanos, en el año 1250 subieron hacia el norte y destruyeron el Imperio de Tiahuanaco. Este Imperio era mayor y mucho más civilizado que el posterior imperio de los Incas que comenzó luego en el año 1280.

El uso actual del término "mapuche" y las falsas reivindicaciones de estos "mapuches" son maniobras disolventes y disgregantes que practican ciertos políticos con finalidades antinacionales y para beneficio propio.

Actualmente como argentinos tienen todos los derechos al igual que los demás argentinos, pero no a intentar falsear la historia y pretender que les devuelvan tierras que nunca les pertenecieron.

viernes, 19 de diciembre de 2008

El otoño del patriarca


Publicado en 1975 y ambientado en un supuesto país situado a orillas del Caribe, El otoño del patriarca relata la vida de un dictador que muere viejísimo, llegando a conservar el poder durante más de cien años.

A través de sus recuerdos, el lector se entera de que es hijo de una mujer del pueblo, Bendición Alvarado, única persona a quien quiso de verdad; que no supo quién fue su padre; que su primera infancia transcurrió en la miseria y que llegó a dictador, después de varias contiendas y golpes de estado, por voluntad de los ingleses.

Se relata también la historia de su doble, Patricio Aragonés, que murió en un atentado, vengado sangrientamente; cómo su lugarteniente más fiel, el general Rodríguez de Aguilar, acaba traicionándole, por lo que él manda que lo maten y guisen y obliga a sus ministros a que se lo coman; y cómo ya en su ancianidad se casó con una novicia raptada, Leticia Nazareno, la única mujer que consiguió llevarle al matrimonio; también ésta y su hijo mueren en un atentado, a cuyos autores se encarga de perseguir José Ignacio Sáenz de la Barra, quien, como antes el general Rodríguez de Aguilar, gobierna con mano férrea y acaba cruelmente asesinado y mutilado durante un levantamiento instigado por el mismo dictador, que le teme.

Ya en los últimos años de su vida, el endeudamiento del país le obliga a vender incluso el mar a los "gringos". Toda su vida es una continua zozobra para conservar el poder, cosa que hace sin contemplaciones, pues "el único error que no puede cometer ni una sola vez en toda su vida un hombre investido de autoridad y mando es impartir una orden que no esté seguro de que será cumplida". Sus represiones son crueles y totales, ya que "todo sobreviviente es un mal enemigo para toda la vida". Se niega a pensar en lo que vendrá después de él porque "ya lo verán, decía, se volverán a repartir todo entre los curas, los gringos y los ricos, y nada para los pobres... porque éstos estarán siempre tan jodidos que el día en que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo".

Al final, "más solo que nunca", morirá de muerte natural y lo encontrarán medio comido por los gusanos. El autor intenta transmitir a sus lectores el sentimiento de soledad que embarga al dictador y poner en evidencia las atrocidades a que puede conducir un poder sin límites.

Los hechos se narran en primera persona, tanto por parte del dictador como por otros personajes de la novela que toman respectivamente la palabra sin solución de continuidad. Esto y la escasez de puntos (ningún punto y aparte, excepto los de final de capítulo), hacen que la lectura resulte muchas veces difícil. No obstante el autor, con su estilo brillante, consigue dar vivacidad y colorido al relato y hacer llegar su mensaje al lector.


jueves, 18 de diciembre de 2008

El Rey Midas



Midas decía que el oro es la medida de todas las cosas de la Tierra, aunque la Tierra perezca.

Según la mitología, Midas, fue obsequiado por el buen dios Baco con el poder de transformar en oro todo cuanto tocase.

Baco le dijo:
-Lo que me pidas te lo concederé.

-Quiero que se convierta en oro todo lo que toque - dijo Midas.

-¡Qué deseo más tonto, Midas! Eso puede traerte problemas, Piénsalo, Midas, piénsalo.

-Eso es lo único que quiero.

-Así sea, pues - dijo el dios.

Y fueron convirtiéndose en oro los vestidos que llevaba Midas, una rama que tocó, las puertas de su casa. Hasta el perro que salió a saludarlo se convirtió en una estatua de oro.

Y Midas comenzó a preocuparse. Lo más grave fue que cuando quiso comer, todos los alimentos se volvieron de oro y cuando quiso beber el agua, también se convirtió en oro.
Entonces le pidió al dios que le quitara ese poder.

Actualmente, en varios países Sudamericanos hay muchos que piensan y desean como Midas.

Las distintas “fiebres del oro” a lo largo de la historia han llevado muerte y devastación a las poblaciones locales.